miércoles, 11 de noviembre de 2009

Al Athletic sólo le vale la goleada ante el Rayo



San Mamés se prepara para vivir, protagonizar sería el término adecuado, una de esas noches que durante un tiempo acapara conversaciones y refuerza la identificación con el equipo. La continuidad en la Copa está en juego. El Rayo viene con una jugosa ventaja, ha puesto el pronóstico patas arriba y situado al finalista de la última edición ante la necesidad de exprimir el factor campo. Partido al límite, de los que enganchan al siempre predispuesto seguidor del Athletic. Se confía en una gran entrada, próxima al lleno.

Según Pepe Mel, las opciones de clasificarse están al cincuenta por ciento. Eso dijo mientras se regodeaba con la ventaja de dos goles que sus suplentes acababan de obtener al calor de Vallecas. De entrada, un 2-0 es un bonito margen para gestionar. Se entiende que a su juicio dicha renta compensaría la desigualdad que separa la elite del segundo escalón, sobre todo cuando la suerte de la ronda se dirime en 90 minutos a disputar en el campo del grande.

Lo cierto es que el Athletic, que ha vuelto a coger vuelo desde el partido de ida, no puede permitirse un adiós tan prematuro del torneo que hace sólo un puñado de meses reactivó entre su afición sensaciones que prácticamente había enterrado. Todo es posible en fútbol, pero suena fuerte quedar apeado a las primeras de cambio cuando vienes de disputar la última final.

Enseguida se ha tirado de hemeroteca para rescatar precedentes que ayuden a crear el ambiente propicio. Y los hay. La climatología también parece estar por la labor: lleva casi una semana tirando agua sobre Bilbao, lo que garantiza un campo rápido, al gusto de los rojiblancos.

Como clave estrictamente futbolística, en el seno del Athletic se maneja el montón de oportunidades que desperdició en Madrid. Dicho de otro modo, le estimula la debilidad que el rival mostró sin balón. Dado que hoy se trata de forzar situaciones de remate, bastaría con afinar la puntería, preferentemente más pronto que tarde para eludir las angustias.

Planteamiento.
Pero claro, el Rayo, que incluso con las bajas de Pachón y Aganzo, posee elementos muy capaces arriba, no está obligado a asumir riesgos en La Catedral, al menos en el comienzo. Es el Athletic quien debe lanzarse, de modo que el plan de Mel estaría enfocado a cubrirse más, a poner pegas y aguardar a esas oportunidades que siempre se presentan, incluso cuando no hay obligación de asumir la iniciativa.

El presumible regreso de Fernando Llorente aparece como la gran baza de un Athletic deseoso de corroborar su condición de favorito. Ello pasa por golear al Rayo, cuyo interés secundario en la Copa no será óbice para que intente acceder a una nueva eliminatoria que le reporte algún beneficio económico. Además, a nadie le amarga un dulce. Y eso sería eliminar a un clásico del torneo. Noche de emociones fuertes.

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