lunes, 9 de noviembre de 2009

Bilic remata, los pericos no

No fue un partido tan bonito como el que el Sporting empató en Riazor o el Espanyol-Valladolid, dos bonitos empates a uno. La tarde era para quedarse en casa, al amor de la lumbre. Pero la Liga tiene sus días perros y el de ayer lo fue en Gijón para jugadores y respetable público. No para el Sporting, claro. Que ese triunfo le sitúa con 16 puntos golosísimos, estupendos los cinco últimos ante Real Madrid, Deportivo y Espanyol.
Ayer lo logró merced a un rápido gol de Mate Bilic que jugará más o menos, pero sigue siendo un tipo fiable. La primera que tuvo la aprovechó, situado en la posición de ariete clásico, para empujar un remate de Diego Castro. Antes de que se me olvide: ese Castro no es familia de los Quini/Castro pero podría serlo perfectamente. Es un muy buen futbolista y en la recta final del partido se marcó una jugada personal espléndida que casi acaba en el 2-0.
Lo merecía la jugada, pero hubiese sido un marcador exagerado por lo que vimos, sobre todo en la primera mitad. Porque el Espanyol encajó el gol y se fue a por un empate que tuvo varias veces muy cerca. La que más, cuando Luis García remató al larguero. También cuando Callejón se quedó solo ante Juan Pablo y no acertó a superarle. O en un remate de Iván Alonso, a dos pasos de la línea de gol, que se perdió fuera. Tuvo alguna más, pero esas tres fueron las mejores.
Para entonces, el jugador del partido estaba siendo Fernando Marqués, que la pedía y desbordaba una vez sí y la otra también. La fatalidad se cebó en él cuando corrió a por un balón suelto con el buen Botía y sufrió un tirón muscular que le obligó a dejar el partido jurando en arameo. Y en castellano, pues el taco que soltó camino del vestuario junto al médico fue muy nuestro. Terrible baja la de este chico para su equipo, ayer y el tiempo que esté de baja, pues su verticalidad es de gran ayuda para un equipo que tiene problemas del gol.
No se trata de insistir en la ausencia de Tamudo, simplemente digo, y los pericos me entenderán, que han sido diez años colgados de él y es natural que cuando falta se le eche de menos. Callejón, Luis e Iván Alonso lo intentaron, como siempre, pero las cifras son tozudas: el equipo ha marcado ocho goles en diez partidos, once si contamos el de Copa en Getafe. Y esta semana uno solo, al Valladolid. No es un equipo fácil se asaltar, pero estas últimas fechas si encaja un gol difícilmente gana.
Por eso al Sporting le bastó con uno para llevarse el partido. Con ese gol y su orden, perfecto, todo el tiempo. Pochettino admira a Preciado, tiene buen gusto. Manolo es de esos tipos que saca agua de las piedras. Entendámonos: este Sporting no es de piedra, me refiero a que con poco se inventó aquel ascenso que nunca llegaba, supo salir airoso del regreso a Primera sin descomponerse cuando su equipo salía a goleada por partido, y ha retocado con cuatro perras la plantilla hasta hacerla competitiva y muy consciente de que lo suyo es pelear y eso, no perder jamás la compostura en el terreno de juego. Ayer supo hacerlo. Supo sufrir cuando el Espanyol le dominó, equilibrar el juego tras el descanso y soltar contragolpes siempre con intención. Mateo, en un cabezazo que mandó fuera, también tuvo el 2-0. Atrás hace tiempo que dejó de ser una feria: volviendo a lo de antes, fíjense que Madrid, Depor y Espanyol sólo le han hecho un gol.

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