No respetó a Alemania, ni a la historia. Porque la Celeste no sabe de respetos a los rivales, porque es tan Grande como los Grandes y porque sabe que la historia se construye también a costa de las gestas importantes.
Salió vestido de Celeste impoluto, de las medias a la camiseta, como nunca se lo había visto porque esto también contradecía a la historia y las costumbres. Era consciente este equipo de Oscar Tabárez que todos los augurios le jugaban en contra, pero eso es lo que fortalece a los hombres, a los charrúas de pura ley.
Y salió a plantear el partido de igual a igual, como lo haría con Holanda. Porque no se achican en las malas ni en las grandes. Tan sólo iban seis minutos cuando tembló el estadio, pero el libre directo de Forlán se marchó por encima del larguero. Alemania también tenía lo suyo y no iba a dejar de responder a un carácter marcado como el germano, ese que dice que nunca se dan por vencidos.
A los 19 apareció la primera injusticia. Un remate de Schweinsteiger no fue bien contenido por Muslera y el error del portero fue capitalizado por Müller (0-1). Pero este Uruguay de las proezas, este Uruguay que no teme a la historia, esta Celeste de hoy que se parece tanto a la de ayer no iba a dejar las cosas así.
A los 25 lo tuvo nuevamente Forlán pero no llegó al remate. Entonces, dos minutos después, el tridente ofensivo que tan bien ha acoplado el Maestro Tabárez dio sus frutos. Un contraataque comandado por Luis Suárez y Forlán finalizó con la cesión a Cavani para que este pusiera el partido donde debía estar (1-1).
Se invertían los roles, Uruguay igualaba gracias a un contraataque. Alemania conseguía el balón y salía a jugar. Pero no por mucho tiempo. La Celeste tiene un sinfin de jugadores de clase y buen toque. Pronto volvió al comienzo del partido y Uruguay dominaba las acciones.
En la segunda parte, el gol de Forlán a los 53 premiaba algo más que la garra charrúa. El fútbol rioplatense en su máxima expresión. Gran jugada de Cavani y centro para Forlán que definió de volea (2-1). Tal vez el gol más lindo del Mundial. Entonces, Alemania comenzó a parecerse por momentos a la misma Alemania que cayó ante España. Un conjunto tímido, que esperaba y miraba lo que hacía el rival sin poder de reacción. Butt le tapó a Forlán un mano a mano luego de una jugada colectiva entre el tridente celeste digna de enmarcar.
Pero Jansen igualó gracias a una mala salida de Muslera. Se encontró el balón y cabeceó por inercia, casi con sorpresa ve que la pelota se mete en la portería y sale corriendo a celebrarlo (2-2). Era una postal de todo lo que podía Uruguay, hacer creer imposible la igualdad, hacer creer que un gol es una sorpresa y no una consecuencia de buscarlo.
Parecía que el partido no tendría alargue. Porque Uruguay era una tromba en ataque, Luis Suárez le imprimía profundidad y Forlán siempre es una carta de definición. Y por el otro, Alemania no renunciaba al contraataque.
Faltaban apenas ocho minutos y Kedhira aprovechó varios rebotes en el área luego de un tiro de esquina para cabecear al segundo palo de Muslera (2-3). La historia volvía a favorecer a los teutones. Como en el 70, también por el tercer puesto, los charrúas llevaron el peso del partido pero el resultado se marchó para Alemania.
Una vez más, no fue justo. Butt salvó ante Luis Suárez y en el minuto final... falta directa para Uruguay. Fue Forlán, la acomodó, la acarició y la pelota se estrelló en el larguero. Ya no había tiempo. Alemania volvía a vencer a los charrúas. Uruguay volvía a despedirse con la frente en alto, porque la Celeste conocedora de derrotas y victorias épicas, siempre conserva en cualquier situación o contexto lo más preciado para un equipo: orgullo, carácter y dignidad.
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